jueves, 10 de junio de 2010

En un lugar de Colombia, de cuyo nombre sí quiero acordarme...





¡¡¡Buenaaas... y buenooos!!! Y sigo en Colombia... ¿por qué será? Y abro el debate... ¿hasta cuándo? Y añado más... ¿volveré a España? Absternerse de comentar los que ya sepan alguna cosa relacionada con el tema en cuestión. Gracias, jajaja.

No quisiera comenzar esta nueva entrada sin antes agradecer de forma indrescriptible (así que no esperéis más adjetivos) la adopción que de la que he sido objeto por parte de una familia hispano-colombiana de Bogotá. Muchas gracias de verdad a Zamira Cifuentes Castro, David Curto Roca, Jacobo Polanía Cifuentes, Elisa Polanía Cifuentes, Liliana Cifuentes Castro y Emma "La Gata". Nunca podré pagaros todo lo que estáis haciendo por mí, y lo digo en serio, no os lo podré pagar nunca, jeje. Eh, va en serio el agradecimiento.

Pero sin más "peloteos", vamos al grano. Aviso con luces rojas y sirenas para los que me llaman crítico negativo. ¡¡¡Esto que viene es una cosa positivaaa!!! Una más de este blog, jaja. El pasado domingo tuve la ocasión de participar en una de las iniciativas que más me ha cautivado de Bogotá: la Ciclovía, consistente en el cierre, todos los domingos y festivos, de varias de las calles principales de la ciudad para que sólo puedan circular por ellas bicicletas, patinadores y peatones. A ver si en algunos sitios toman ejemplo. Si no hubiese sido porque el cambio de la bicicleta que me dejaron digamos que estaba un poco atrancado...

Cambiando de tercio, el lunes viajé a un pueblo de ésos que podría haber sido sacado de El Quijote, un pueblo contruido "a pedrás": Villa de Leyva. Además, un pueblecito que está muuuy cerquita de Bogotá, como a tres horas y media en coche. Una excursión ideal para ir y volver en el día, como Madrid, Barcelona... Pues bien, allí, además de disfrutar de ventanales y balcones de madera, casas blancas, aceras de piedra..., pude visitar unos pozos azules, que en nuestro país recibirían el nombre de charcos, juaaas. Ahhh, y que no se me olvide que Villa de Leyva tiene su propio "infiernito". Un campo plagado de piedras fálicas (para que luego digan que no se utiliza un lenguaje culto en este blog), que estoy seguro hubiera hecho pensar a más de una sobre todo en olvidar la idea de ir al cielo con los angelitos, jajaja. Ahhh, y si os gustan los fósiles, aquí los tienen por castigo. En cualquier caso, un pueblo ideal para perderse... incluso de uno mismo.

¿Y ahora qué? Desde esta mañana estoy en Santander, no el de las anchoas del Cantábrico, sino la región de Colombia. Aquí a disfrutar del verde sobre todo. Y de las hormigas culonas.

Ya os cuento otro cuento.

Besos, muas; y si no queréis besos, abrazos; y si no pellizcos; y si no, mordiscos...

PD: a ver si en próximas ediciones os puedo dar alguna sorpesa... alguna más, jijiji. Y gracias a mi copiloto en el rally a Villa de Leyva, sin su apoyo moral no lo habría logrado.

7 comentarios:

  1. Cuánto misterio Paco. ¡¡¡No te habrás quedado embarazado!!! Mira que esas "piedras fálicas" las carga el diablo...

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  2. Piedras fálicas + fósiles + sorpresa = Abuela septuagenaria que te has ligado, bribón!!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Nos tienes en ascuas Pacooo.
    Saludos a la familia hispano-colombiana de Bogotá.
    Me encantan tus fotos pero por favor no pongas a una hormiga culona de esas que se comen buaghhh

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  5. oye Walter.. mi hermano! ¿la primera foto qué significa? una pareja bien agarraditos!!qué lios te traes? ha habido tomate?? QUATEEEEEE!! AQUI HAY TOMATE!!!!!!!

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  6. Este tío se ha enamorao y ya ni actualiza su blog...

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